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“Prefiero ser gobernado por las primeras dos mil personas de la guía telefónica de Boston que por dos mil políticos de carrera.” (Variación de una cita de William Buckley )
Nuestra Propuesta: (Reiterada):
- Límite de un término para cualquier cargo federal, estatal y local
- No se permitirá para ser reelegido en el mismo cargo
- “Una sola oportunidad para hacer una diferencia.”
- Periodo de espera de 2 años para postular a otro cargo
- 2 años después del final del último cargo ocupado“
- “No se utilizarán los cargos políticos como trampolines de reelección”
La Meta:
- Librar al país de Políticos Adictos al Poder y Obsesionados con la Reelección (PAPOR)
Primera Parte: Las “ventajas” de no tener límites de mandato
Eliminar la reelección a través de imponer límites de mandatos, junto con un período de espera de dos años después de servir, antes de poder postularse para otro cargo, esto hará mucho más difícil que exista una clase élite de políticos de carrera. También hará imposible que grupos de interés (y otros) mantengan a los políticos bajo control mediante la táctica clásica de amenazar con retirarles el apoyo a su codiciada reelección.
Así que, es natural que los políticos adictos al poder y sus aliados vayan a defender a gritos las razones por las cuales los límites de mandato son una mala idea. Algunos argumentos típicos que se puede anticipar son los siguientes:
1) “Los límites de mandato reducen las opciones de los votantes”
¿En realidad? En primer lugar, se podría esgrimir el mismo argumento respecto del límite de dos mandatos presidenciales de los Estados Unidos: sin él, Bill Clinton o George W. Bush bien podrían seguir siendo presidente incluso hoy. ¿Cuántos se quejan de que el límite del mandato presidencial reduce las opciones de los votantes?
En segundo lugar, abrir los cargos políticos a “sangre nueva” en cada elección aumentará en gran medida las opciones de los votantes. Tal como están las cosas ahora, los titulares tienen una probabilidad abrumadora de ser reelegidos. Probablemente esto tenga menos que ver con su desempeño laboral estelar y más con las ventajas inherentes que los titulares tienen en sus campañas de reelección, debido al apoyo masivo de su partido político, grupos de intereses arraigados, y donantes adinerados que buscan sus beneficios exclusivos al estilo quid pro quo. Especialmente en las elecciones primarias, los titulares con demasiada frecuencia son los favoritos; los gobernantes poderosos rara vez se ven seriamente desafiados, y las sorpresas son aún más raras. Como afirmó el sitio web Ballotpedia: “El sistema está manipulado y los votantes carecen de opciones reales. Nuestros padres fundadores se revolcarían en sus tumbas para ver cuán arraigados se han vuelto los políticos de carrera. Necesitamos desesperadamente un cambio ”.
Por lo tanto, está claro: un límite del período de mandato significa que los votantes tendrán muchas más opciones en cada elección, ya que una gran cantidad de nuevos candidatos competirán por cargos políticos abiertos. Estos candidatos aportarán nuevas ideas y perspectivas frescas para resolver problemas y lograr avances. Los elegidos asumirán el cargo sin perspectivas de reelección y, por lo tanto, podrán concentrarse en tareas más útiles, como avanzar los intereses del pueblo. Avanzando los intereses del pueblo—que idea más radical, no?
- “La experiencia importa”
Es cierto que hay cierta validez en la idea de que en política, al igual que en otras profesiones, la experiencia importa. Ciertamente, los políticos de carrera y sus aliados de grupos de intereses insistirían en que elaborar legislación puede ser una tarea compleja que es mejor dejarla en sus manos.
Sin embargo, ésta es la verdadera pregunta: ¿cuál es la mayor parte de la “experiencia” que realmente tienen los políticos de carrera? Una lista simple (y parcial) podría incluir:
a) Perder mucho tiempo en el cargo recaudando fondos y asistiendo a mítines para su propia reelección y actividades partidistas, y operando en modo de campaña constante, apoyado financieramente por los contribuyentes, diariamente.
b) Usar (¿abusar?) su experiencia en formulación de políticas que benefician menos al público y más en beneficio de sus propias campañas de reelección, y de sus aliados de grupos de intereses, como si fueran sus clientes (consulte la legislación fiscal: ¿qué más hay que decir?
c) Decir verdades a medias y tonterías ambiguas, o mentir abiertamente, por un lado, y no responder preguntas difíciles de forma abierta, honesta y directa, por el otro. Decir cualquier cosa, por desvergonzada que sea, con tal de conseguir la reelección o ganar puntos políticos. ¿No estamos todos hartos de esto?
d) Existir en la (muchas veces corrupta) burbuja de cargos electos de largo plazo, causada por demasiados años fuera de contacto con la vida real cotidiana del pueblo.
Sería mejor botar este tipo de experiencia al vertedero.
La experiencia que realmente importa no proviene de existir durante años en la burbuja del club de los políticos de carrera. Más bien, provendrá de la variedad de experiencias del mundo real que los recién elegidos traerán al poder. Como se resume en la variación de la cita de William Buckley arriba, el Partido de Soluciones cree que el gobierno será más eficaz cuando nuestros funcionarios electos representen una verdadera muestra representativa de nuestra sociedad y un verdadero mosaico de experiencias cotidianas de la vida real. En cambio, lo que tenemos ahora es efectivamente un club exclusivo de abogados ricos que trabaja para grupos de intereses y donantes ricos a cambio de apoyo a la reelección.
3) “Los políticos inexpertos serían presa fácil de poderosos intereses especiales y los lobby (grupos de presión)
La solución aquí parece bastante simple: prohibir todo cabildeo privado, que sea únicamente mediante petición y en un formato abierto, similar a una presentación, en la que el público y otros tengan la oportunidad de escuchar y comentar sobre las afirmaciones de los cabilderos.
4) “Los límites de mandato provocarían una fuga de cerebros, ya que cualquier conocimiento adquirido en el trabajo se desperdiciaría.”
Indudable después de años de estar en cargos electos, se puede adquirir conocimientos importantes sobre ciertos temas. Pero ningún político es experto en todos los temas, por mucho tiempo que tenga en el cargo; por lo tanto, dependen de asesores y su personal, especialmente en asuntos en los cuales carecen de experiencia. De la misma manera, los funcionarios recién elegidos pueden ponerse rápidamente al día sobre las cuestiones importantes a través de comités de asesores expertos. Los funcionarios previamente elegidos con experiencia importante junto con otros expertos pueden reunirse en comités de asesores; dichos comités pueden ofrecer instrucción sobre los aspectos básicos de los desafíos particulares y proporcionar una variedad de puntos de vista para posibles soluciones. Esto permitirá a los legisladores recién elegidos (por un solo mandato) tomar decisiones informadas basadas en hechos, en lugar de hacerlo a través de la lente distorsionada de la ambición política y las prioridades partidistas.
5) “Sería imposible establecer alianzas bipartidistas efectivas a largo plazo”
Quienes se oponen a los límites de mandato pueden señalar ejemplos de políticos de carrera que “cruzaron el pasillo” para lograr acuerdos bipartidistas como evidencia de los beneficios de tener una larga historia de servicio, y que tales colaboraciones serían imposibles si existieran límites de mandato.
La pregunta es: ¿con qué frecuencia ocurren realmente alianzas bipartidistas entre políticos de carrera y (aún más importante) con qué frecuencia se realiza una legislación efectiva sobre temas importantes como la reforma fiscal, de inmigración y de asistencia social, u otros asuntos significativos? Hoy en día es evidente que la colaboración bipartidista es poco común y cada año es más rara. La atmósfera política es tan venenosa ahora que los políticos que intentan trabajar de una manera bipartidista son injuriados y menospreciados por sus constituyentes rabiosamente partidistas, oponentes políticos oportunistas y comentaristas políticos sin principios. Hoy en día el obstruccionismo implacable es más bien una insignia de honor.
Tomemos como ejemplo el Dream Act, un proyecto de ley de inmigración bipartidista que se propuso por primera vez en 2001 y posteriormente se reintrodujo en 2009, 2010, 2012, 2017 y 2021. En todos los casos, a pesar de haber sido formulado y patrocinado de manera bipartidista, en repetidas ocasiones no ha logrado ser promulgada.
En la gran mayoría de los casos la dura realidad ahora es que solamente de manera completamente monopartidista se puede lograr algo importante en Washington, y esto sólo puede suceder cuando un partido controla ambas cámaras del Congreso y la Casa Blanca. De lo contrario, se logra poco sustancial por la parálisis política. Esto también se aplica a los gobiernos estatales, en algunos casos incluso hasta más.
Con un límite de un mandato, los funcionarios electos de diferentes partidos pueden concentrarse en un verdadero intercambio de ideas sobre soluciones reales, sin que intervengan consideraciones de reelección. La capacidad de los grupos de intereses para controlar a estos funcionarios electos se reducirá considerablemente, al igual que la influencia de los comentaristas políticos de cero principios.
Segunda Parte: Límite de un mandato: la mejor medicina para el mal político de nuestro país
Debemos reconocer que el poder es adictivo. Según Nayef Al-Rodhan de la Universidad de Oxford , “El poder activa el mismo circuito de recompensa en el cerebro y crea un 'euforio' adictivo de forma muy similar a la adicción a las drogas. Al igual que los adictos, la mayoría de las personas en posiciones de poder buscarán mantener la euforia que obtienen del poder, a veces a toda costa. Cuando se retiene, el poder – como cualquier agente altamente adictivo – produce antojos a nivel celular que generan una fuerte oposición conductual a renunciar a él."
Así como la adicción a las drogas u otras sustancias puede alterar el comportamiento y la personalidad de una persona de tal manera que se vuelve casi como una persona completamente diferente, también puede hacerlo la adicción al poder. Esta es la razón por la que la gente buena comienza por el camino unidireccional a la corrupción, la cobardía, la deshonestidad y la codicia (en todos los sentidos). Como dijo John Boehnor, ex presidente de la Cámara de Representantes: “…aterradoramente, vi a la gente obtener una pizca de poder y convertirse en personas completamente diferentes de lo que solían ser”.
La naturaleza adictiva del poder político combinada con la posibilidad de mantener esa adicción a través de la reelección es simple y claramente demasiado tentadora para que la mayoría (tal vez todos) de los que ocupan cargos electos se resistan. Al igual que los adictos a merced de los traficantes de drogas, los políticos de carrera están (al menos en una parte significativa) controlados por aquellos que son cruciales para ayudarlos a mantener su adicción al poder. Los impulsores en este caso son los grupos de intereses y los donantes influyentes; alimentan la adicción inyectando apoyo a la reelección. A cambio, el PAPOR elabora políticas que benefician a los impulsores. Los PAPOR también obtienen apoyo para su adicción de su partido político si siguen la línea del partido, permanecen en la línea y trabajan para promover los intereses del partido en su conjunto. ¿Son esas las prioridades que queremos que tengan nuestros políticos?
Ronald Reagan dijo la famosa frase: “El gobierno no es la solución. El gobierno es el problema”. En realidad, el problema son los politicos adictos al poder, y obsesionados con la reelección. A nivel interno, son la fuente de la cada vez peor disfuncionalidad de Estados Unidos, de sus destructivas divisiones internas, de su decadente prosperidad, y de su creciente falta de progreso. A nivel internacional, los PAPOR están dando a los enemigos de Estados Unidos el poder y el material propagandístico para amenazar la democracia en todo el mundo. Mientras los PAPOR se concentran egoístamente en su propia reelección y en ganar puntos partidistas con la obsesión de los adictos desesperados, los enemigos mundiales de la democracia están trabajando activamente para destruirla. China, en particular, se está posicionando para ser dominante en múltiples campos críticos, incluidas las energías renovables, la inteligencia artificial, la geopolítica, la tecnología militar y mucho más.
Para realmente cambiar las cosas y aprovechar todo el potencial de nuestra democracia, lograr una mayor prosperidad, y enfrentar los desafíos de nuestros adversarios en todo el mundo, debemos hacer que sea mucho más difícil para que los PAPOR existan en primer lugar. Esto sólo puede lograrse repartiendo poder entre los funcionarios electos de maneras firmemente limitadas, específicamente un límite de un mandato sin posibilidad de utilizar los cargos electos como trampolín para la elección inmediata a otro cargo.
Hagámoslo!